Agricultura ¿robótica?
Empecemos definiendo lo que significa la palabra robot, que, en tantos casos, nos espanta y atrae al mismo tiempo. El término procede de la palabra checa robota, que significa ‘trabajo obligatorio’. No deja de ser un producto que tiene sus funciones definidas al 100% y que no puede cambiar por si solo el destino de su uso.
Desde las máquinas de los parkings, hasta las neveras que tenemos en casa, tenemos un amplísimo abanico de aparatos electrónicos que en muchos casos nos solucionan el día a día, pero que en tantos otros lo podemos ver como un ataque al trabajo manual de personas que podrían estar ocupando el puesto de la máquina.
El fin con este post no es crear polémica, si no hablar un poco de los avances en la agricultura, que pueden parecer fascinantes e innovadores. La primera revolución ya la vio este sector cuando gracias a animales, y al aprovechamiento elemental del agua y del viento, dejamos a un lado el trabajo más áspero. Posterior a esto llegaron las máquinas de vapor, motores, tractores… En definitiva, eran enseres, llamémoslos así, que aumentaban la producción y reducían la mano de obra, es decir, aumentaban el rendimiento general del cultivo.
Pues aquí llega la novedad, drones. Sí, drones que van a permitir pulverizar los herbicidas a más o menos 200 m2/h. De esto se está encargando la empresa de robótica DJI. Estos nuevos “agricultores del aire” serán autónomos y volverán a su base para cargarse tanto de material pulverizador como de batería, y así organizarse entre sus socios de escuadra, las zonas y los tiempos de trabajo.
Todo esto lo que a su vez va a aportar al agricultor es información en tiempo real de su cultivo, a nivel fotográfico y/o vídeo, del estado del material vegetal, del terreno o de los sistemas de riego. Por tanto, ahora la pregunta es, ¿estamos ante una nueva revolución industrial